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Edición nº2 | Viernes, 28 de septiembre de 2012  |  Hemeroteca
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ENTREVISTA
JAVIER QUINTERO, JEFE DEL SERVICIO DE PSIQUIATRÍA DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO INFANTA LEONOR DE MADRID
“El problema no es el niño, el problema lo tiene el niño”
Afirma que la garantía del éxito en el diagnóstico y en el abordaje del TDAH está en “ser capaces de consolidar un equipo multidisciplinar”

Sandra Melgarejo / Imagen: Diego S. Villasante
Javier Quintero, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, defiende que, aunque hay escalas y cuestionarios para medir la severidad del TDAH, “es mucho más importante abogar por lo único de cada trastorno”. El especialista recuerda que no hacer nada por cambiar la evolución del TDAH repercute en cuatro escenarios: mayor riesgo de fracaso escolar, mayor riesgo de trastornos de la conducta, mayor riesgo de consumo de drogas en la adolescencia y mayor riesgo de psicopatología.

Quintero explica cuál es el papel del psiquiatra
infantil en el manejo del TDAH.

¿Cuál es el papel del psiquiatra infantil en el tratamiento del TDAH?

Probablemente, el psiquiatra de niños y adolescentes sea el profesional que tiene una visión más amplia del TDAH, lo que permite entender los síntomas nucleares del trastorno, pero, también, la parte de las comorbilidades, que son muy frecuentes. Además, añade una serie de competencias a la hora de abordar el tratamiento, tanto psicofarmacológico como psicoterapéutico, lo que le sitúa en un escenario privilegiado.

¿En qué situación llegan los padres y los niños con TDAH a la consulta?

De forma muy variada. Muchas veces es el centro escolar el que detecta una dificultad en el funcionamiento del niño, alerta a la familia y es la familia la que busca ayuda. Otras veces son los padres los que perciben esas dificultades. Lamentablemente, lo más frecuente es que lleguen a la consulta cuando ya ha aparecido la comorbilidad: un problema franco de rendimiento escolar, un trastorno de conducta mucho más serio, un trastorno afectivo…

¿Se detecta pronto? ¿Cuál es la importancia de que el diagnóstico sea lo más precoz posible?

Se está mejorando bastante, los pacientes llegan a las consultas de una manera cada vez más precoz, pero es cierto que el diagnóstico todavía es razonablemente tardío. Hay que tener en cuenta que el TDAH es un trastorno evolutivo, los primeros síntomas aparecen muy pronto, pero eso no implica que sean significativos de un trastorno, porque la inquietud, la inatención y la impulsividad son síntomas normales en el desarrollo de un niño. Dejan de ser normales cuando empiezan a aparecer de manera exagerada y ese es el momento ideal para consultar con el pediatra de Atención Primaria, que va a ser el primer profesional que puede orientar sobre si el desarrollo evolutivo del niño está dentro de lo que podríamos considerar unos márgenes de normalidad o si, por el contrario, despunta en alguno de los síntomas.

El psiquiatra habla sobre otros especialistas implicados
en el diagnóstico y tratamiento del TDAH.

La precocidad del diagnóstico es crucial: cuanto antes lleguemos antes podemos intervenir en la evolución del trastorno. Si lo dejamos evolucionar mucho, probablemente entremos en un proceso de comorbilidades asociaciadas.

¿Qué otros especialistas y agentes sociales tienen que involucrarse en el manejo del niño y del adolescente con TDAH?

En el manejo del TDAH están directa o indirectamente relacionados muchísimos profesionales. Los colegios están en primera línea: el maestro, el profesor, el orientador escolar, el psicopedagogo… A partir de ahí, entra la red sanitaria: los pediatras de Atención Primaria, los neuropediatras, los psicólogos, los neuropsicólogos, los psiquiatras infantiles… La garantía del éxito en el diagnóstico y en el abordaje de los pacientes con TDAH está en ser capaces de consolidar un equipo multidisciplinar en el que cada uno aporte su visión para que la suma de ellas sea lo que produzca un efecto positivo en el desarrollo del niño.

¿Cómo se mide el grado de TDAH que tiene un paciente?

Hay escalas y cuestionarios que nos dan índices de severidad, pero es mucho más importante abogar por lo único de cada trastorno. La estadística ayuda relativamente a los pacientes. No solamente está la intensidad del síntoma, sino la precocidad del diagnóstico, el grado en el que se involucran los padres, qué tipo de acciones positivas para el desarrollo del niño se ponen en marcha, la implicación del colegio, los recursos terapéuticos, la respuesta… Hay muchos factores que influyen y que hacen que la evolución sea diferente en cada caso. Creo que es muy importante que, más que irnos a grados de severidad, aboguemos por la idea del tratamiento y del diagnóstico individualizado.

¿Qué tiene que incluir el tratamiento del TDAH?

¿Qué tiene que incluir el tratamiento?

Las referencias siempre abogan por un tratamiento multimodal: la combinación de un tratamiento farmacológico con un tratamiento psicoterapéutico. Pero me gustaría ir un paso más allá y plantearnos planes de tratamiento individualizados, donde podamos incluir a todos los actores que puedan tener un papel principal: los padres, los profesores, psicoterapeutas, neuropsicólogos… El tratamiento farmacológico nos da una respuesta terapéutica muy alta, por encima del 70-80 por ciento, hay muy pocos trastornos en la Psiquiatría que tengan fármacos con unas tasas de eficacia así.

¿Qué riesgos presenta un niño o un adolescente que no está correctamente tratado o diagnosticado?

No hacer nada por cambiar la evolución del TDAH repercute en cuatro escenarios: mayor riesgo de fracaso escolar, mayor riesgo de trastornos de la conducta, mayor riesgo de consumo de drogas en la adolescencia y mayor riesgo de psicopatología. Con respecto al déficit de atención, al niño le va a costar más concentrarse y, poco a poco, por muy buenas capacidades cognitivas que tenga, llegará un momento en el que le cueste llevar un ritmo de aprendizaje adecuado para cubrir las exigencias escolares y el riesgo de que esto se proyecte en un fracaso escolar es altísimo. De cara a la hiperactividad, esa inquietud e impulsividad acaba condicionando una interacción disfuncional con el entorno, lo que va a repercutir en un autoconcepto negativo y en una autoestima baja que podrá derivar en cuadros depresivos, trastornos negativistas desafiantes o trastornos disociales. El otro punto clave tiene que ver con el mayor riesgo de consumo de drogas en la adolescencia debido a la impulsividad.

Quintero detalla los riesgos que presenta un niño o un
adolescente mal diagnosticado.

¿Cómo se está abordando el TDAH en España, en comparación con otros países de nuestro entorno?

Las comparaciones son siempre odiosas. Si tuviéramos que buscar un referente ideal, los canadienses probablemente estén sumando lo mejor de la cultura europea y de la americana. En España hacemos lo que podemos y el escenario ha cambiado muchísimo desde que empezamos a entender lo que era el TDAH hace 20 años. Ahora hay mucha más concienciación por parte de los colegios, lo que no quiere decir que sea suficiente; hay más profesionales implicados, lo que no quiere decir que sean todos… Hay una mayor sensibilización global a la hora de poder manejar y ayudar a estos niños.

¿A qué falsas creencias sobre el TDAH tiene que enfrentarse?

Hay muchísimas, pero hay una muy importante que ha hecho muchísimo daño: el “ya madurará”. Efectivamente, el niño va a madurar, pero el problema es cómo va a hacerlo. Hay adolescentes con situaciones muy complejas y, si hubiéramos podido intervenir años antes, el pronóstico habría sido otro. Otra falsa creencia es que el TDAH es una cosa de niños. No es verdad. El TDAH se diagnostica con más frecuencia en niños, porque debuta en la infancia, pero en la mitad de los casos los síntomas se van a mantener en la edad adulta. Otro de los mitos importantes es la relación del tratamiento con el abuso de sustancias. Muchos de los fármacos que utilizamos con el TDAH son psicoestimulantes, pero lo que sabemos es que en los pacientes correctamente tratados disminuye el riesgo de consumo de drogas en la adolescencia y en la edad adulta versus los pacientes que no reciben tratamiento. Otro de los mitos que hay que quitar de en medio es culpabilizar a la familia. Los padres lo intentan hacer de la mejor de las maneras, pero manejar a estos niños no es sencillo.

“El TDAH no es un trastorno inventado”.

En el número pasado entrevistamos a Fulgencio Madrid, presidente de Feaadah, quien comentaba que uno de los grandes mitos del TDAH es que se trata de un trastorno inventado, ¿qué le parece?

El TDAH no es un trastorno inventado, de ninguna manera. Lleva siendo diagnosticado y tratado más de 100 años. Las primeras descripciones semiológicas datan de principios del siglo XX e, incluso, finales del XIX. Desde entonces, estamos entendiendo lo que es el TDAH. Otra cosa diferente es que, hoy por hoy, hayamos conceptualizado el TDAH y hayamos creado unos criterios diagnósticos, pero eso no es una invención, simplemente se trata de buscar una manera común de hablar sobre el TDAH. Esto puede adolecer de cierta artificialidad y es posible que el TDAH tenga un escenario de mejora en cuanto a conceptualización, pero de ninguna manera es una cuestión inventada. El debate de la existencia del TDAH lo entiendo superado, hoy muy poca gente tiene la osadía de decir que el TDAH en la infancia no existe, pero todavía hay muchos que dicen que el TDAH en adultos no existe.

¿Qué mensajes tienen que trasladar los profesionales a los niños con TDAH y sus familias?

La clave fundamental está en entender que el TDAH es una suma de síntomas que condicionan el funcionamiento del niño. Si entendemos que al niño le cuesta más concentrarse y atender, intentaremos decirle las cosas de forma más clara y directa, estando seguros de que nos está escuchando. Si sabemos que le cuesta estar quieto, intentaremos evitar llevarlo a una comida de tres horas porque sabemos que va a ser imposible para él. Si somos capaces de entender lo que significa tener un TDAH, nos daremos cuenta de que el problema no es el niño, el problema lo tiene el niño. La clave está en entender al niño y entender a la familia, que está muy sobrecargada emocionalmente.

La otra parte importante es que, ante la duda, hay que buscar ayuda. A veces ocurre que hay pacientes que han dado muchas vueltas, pero la perseverancia ha hecho que se generen más recursos y que haya profesionales más implicados. Lo que les pido a los pediatras es que tengan claro lo que es el TDAH.

Vea la entrevista completa en Sanitaria2000.tv

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